Somos los Dos

Es fresco y suave el recuerdo de la luna,

de las tardes en las que voy a tu encuentro.

Freno y espero a que tu presencia se acerque.

La mirada perdida en el asfalto,

mientras te despides de tus ancestros.

Percibo la tristeza en tus ojos.

Espero a que tu cuerpo este sentado y seguro.

Arranco y en esta aventura que vivimos,

me atrevo a preguntarte sobre tu pesar.

Rápidamente respondes que no estas ahí,

que son otros los ríos que te bañan por dentro.

Continuo con la marcha, mientras trato de llevar el aire

los mas hondo que puedo.

Respetar tu sentencia y seguir.

Como en esas películas de Iñarritu,

en las que todo esta unido, hilado...

aparecen percepciones nuevas,

moléculas que se unen para alumbrar

otros compuestos.

Creía bajo los topes antiguos,

que desconectabas rápidamente de esa tristeza

que se reflejaba en mis ojos,

olvidándome de mi.

Es la seguridad de mi abrazo la que transforma,

alivia o calma tu borrachera emocional.

Es el atrevimiento de la mirada,

siendo expresada en palabras,

la que diluye el agua embarrada.

No eres tu.

Tampoco soy yo.

Somos los dos.

Te enseño a expresar, aquello que llevas dentro,

mientras me muestras como validar cuanto percibo,

cuando el agua fluye buscando otras cuencas

por las que correr libre.

Mi pregunta,

obtiene una respuesta.

Tu contestación,

me devuelve el valor del respeto.

Esta muy normalizado invalidar

cuanto estoy sintiendo,

son años de aprendizaje,

gracias a ti,

que trataste de anularme.

Ahora que los huesos calculan el peso de los días,

de la mano de un maestro de siete años,

descubro que todo esta en su lugar.

Ambos estamos,

cuando estamos.

Y cuando no,

sabemos como estar.

Y así,

el silencio se hace dueño,

para transformarse en palabras

que acompañan la vuelta a casa.