Sin un Paraguas que nos Cubra
- goizekoizarra
- 30 oct 2024
- 1 Min. de lectura

Perdemos la capacidad de estar conectados.
Y me llega el recuerdo de la Joven del Agua.
Poco a poco es necesario recuperar
la virtud con la que llegamos a este mundo,
la observación.
Salir al dentista con la tranquilidad del tiempo,
ir todo lo despacio que uno
buenamente puede.
Unas gotas de lluvia cubren el suelo.
Permanezco parado unos instantes,
a la espera de un susurro
que cambie el rumbo de la marcha.
Darme cuenta que hoy la cazadora sobra,
pero en sus bolsillos protejo mis manos.
El silencio.
La cuesta arriba que recorro de lado a lado.
Ir así de lento me hace perder
la dirección y el sentido.
Hago el ancho mío.
Entonces llegan las estructuras.
Cuerpos que caminan totalmente tensionados,
mientras me pregunto si habría frase, palabras
que pudieran ayudar,
si su disposición estuviera presente.
Igualmente los rostros
que alumbran el dolor oculto.
Miro, me gusta mirar.
Y el peso de los días
se cruza a veces con la necesidad
de ser visto.
Nuestras miradas se cruzan
y respiro su aroma, el aire transportado
hasta estos días.
Necesitamos desconectar
cada cual como buenamente pueda,
para darnos cuenta que no hace falta tanto.
Que el agua se escurre entre los dedos,
y sino
se evapora.
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