Llanto y Alegría
- goizekoizarra
- 30 abr
- 1 Min. de lectura

Un padre lo va siendo
en los días de descanso, sobre todo.
Con espacios vacíos generados,
por ausencias de rutinas.
Es cuando aprecio las bellas margaritas
en el prado del jardín de enfrente.
Es cuando el tiempo que transcurre,
no importa
y puedo dedicarme a acompañar
una lectura de 54 páginas.
Entre quejas y sollozos.
Aprecio la soltura,
el respeto por las pausas,
la continuidad en las frases.
En los días continuos,
es posible ceder ante el cansancio que se da en ambos,
hijo y padre de la mano.
Pero hoy, hoy puedo acompañarlo diferente.
Página a página un " Oso Ondo"
comienza a surgir de mi,
para mi y también para él.
Cuando el aire se llena de palabras seguidas, pausas rítmicas.
El silencio depositado en este instante,
me devuelve su estado emocional que también se da tras el,
"Muy Bien" que susurran mis labios.
Es escuchado.
Lo escucha entre ese ruido innato que brota
y al que acude cuando algo no le agrada.
Queja por el extenso texto,
llanto bañado de alegría, ante el refuerzo.
Es en estos días cuando le enseñamos al cerebro,
a romper esas duras barreras que se ha autoimpuesto,
ó que venían con él
y se nos olvido quitar ese envoltorio
con el que lo protegía.
Hacen falta este y otros espacios,
para que este ser que hoy se queja, desarrolle,
y yo con él
un aprecio por la paciencia y constancia.
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