El Vuelo del Halcón
- goizekoizarra
- 10 mar
- 1 Min. de lectura

En este duerme vela donde me lleva la noche,
recogido entre el calor de las mantas,
mi mente se asienta.
Son días ya, donde el descanso llega a través
de la sonoridad del silencio vacuo.
Un vacío completamente lleno,
sobre el cual navego.
Quiero recuperar cuanto me ayudo
a cerrar y descansar.
Quizás sea la edad, las nuevas conexiones sinápticas
que día a día voy generando, o las ganas de descubrir
nuevos horizontes,
lo que me lleva a introducirme
en esferas desconocidas y que tanto tienen que ver,
con la oscuridad del padre que desde tiempos,
descansa en el firmamento que nos cubre y protege.
Percibo que soy otra cosa, sin dejar de ser,
el que descansa.
Y por unos segundos,
antes de volver a querer atrapar con razones,
percibo que soy lo otro, sin dejar de ser esto.
Que de alguna forma en la materia que componen
esos astros que rodean mis visiones, estoy,
sin dejar de estar arropado,
y a la vez
sentir como el vuelo del halcón por este espacio infinito,
también soy.
Es poco, bajo la percepción de quien quiere quedarse atrapado.
Cuando conoces estos espacios,
tan serenos,
volver, es sentir la despedida.
Confiar, sin esperar su vuelta.
Saber que todo llega,
y en el tiempo que transcurra,
exploremos otros caminos que se abran,
con la certeza del buscador que nada encuentra,
pues,
todo está.
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