El Viento entre mis Alas

A excepción de los primeros siete años de vida,

donde adquiero importantes herramientas,

doy forma a mi temperamento

y construyo un carácter que me permita

vivir en esta sociedad elegida,

el resto,

los dedico a perder,

a perder el tiempo.

Alegre, enfadado, triste, asqueado o temeroso.

O a ganar segundos,

cuando dejo de perder

el tiempo.

No dispongo de tiempo,

cuando elijo no disponer de el.

Decido.

Correr, saltar, estar para ti.

Si, para ti.

Para la parte mas poderosa.

Olvidándome de mi.

Gracias, a esa cadena

que une mi asiento a tu tiovivo.

Pago por estar girando.

Giro, todos esos segundos.

Aunque a veces se rompe.

Últimamente lo logro.

Al poner de nuevo los pies en el suelo,

la tierra va a otro ritmo.

Me tambaleo.

Me acompaña,

desde el inicio,

aunque la olvide.

Y no sé porque corro,

desconozco para qué lo hago.

Una máquina, sin botón de paro.

Automática.

Para la cual no hay repuestos.

Por ello, de vez en cuando,

elijo sentarme a la intemperie.

Dejo que las gotas mojen mi rostro

y quiten la capa de pintura con la que

tú, me ves.

Para volver a ser el canto de un pájaro

que revoloteando, sostiene un gusano en su pico

y el viento juguetón,

se lo arranca de un bocado.

Mientras, mis alas me sujetan con fuerza

en esta corriente de aire

que es la vida,

para no alejarme demasiado.