Duelo en el Proceso
- goizekoizarra
- 10 sept
- 1 Min. de lectura

Aún hoy me llega el recuerdo de la tarde de ayer,
por las calles sevillanas.
Cuando se hace el silencio,
escucho el tintineo de unos platos
en la cocina de los bares.
El sonido se dispersa por el aire
junto con sus sabores,
y lo atrapo,
es ahí donde se guisa, donde se come.
O el roce de las ruedas,
cuando los autos pasan despacio
por encima del empedrado de alguna de sus calles.
Caballos que tiran de carruajes,
traqueteo entre las piedras y huecos vacíos.
Hay tensión, es inevitable.
Quienes han pasado por esta experiencia comparten,
es diferente, es más suave,
es un empuje hacia salir a volar.
Miedo al encuentro con la única verdad
que este proyecto trae.
Conocida, desgranada,
difícil de aceptar a veces,
como real.
Y de fondo, escucho el llanto
de quien siente un cruce de caminos.
Percibo que es el fin,
de ahí que me sienta en duelo con el proceso.
El final de un trayecto,
que sin expectativas,
me golpea en la cara diciéndome,
-esto se acaba-.
La vida es larga y lloro,
pues este final,
no coincide con el fin de mis días.
Y una vez cogido los frutos del árbol,
es necesario sembrarlos,
para devolver,
parte de lo recibido.
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